"Si lo que te gusta es gritar, desenchufá el cable del parlante"
Charly García
Tengo miedo, pero siempre tengo
miedo. Me muero de vergüenza, y eso si hace
mucho no me pasaba. Vengo escribiendo a escondidas y no me animo a subir nada. Es
que correr te desnuda el alma, y al parecer con mi alma soy pudorosa.
En estos meses, escribí sobre el
miedo tremendo que me daba poner un pie delante del otro, levantar los talones
y andar, me daba miedo que el corazón se rompiera, se saliera. Me preocupaban
los obstáculos que inventaba mi cabeza. Aprender a poner el cuerpo en superar
los obstáculos, lidiar con las frustraciones y aprender a esperar, saber
esperar es básicamente mi mejor aprendizaje.
Decía que correr me desnudó el alma. Yo sé que no tengo grandes aptitudes atléticas, por eso corro con el corazón. Es lo único que tengo. Y es un montón. La fuerza de mi corazón, los motivos por los que vale la pena dejar de pensar y correr, apagar la cabeza y conectarme directamente con mi esencia, están ahí dentro; yo corro para mí.
Cuando era chica correr me presentaba una contradicción: quería correr y disfrutar, pero no podía. El Test de Cooper era la tortura semestral que, generalmente, mostraba todas mis limitaciones. Solamente quería que pasen esos doce minutos lo antes posible, pero eran eternos. Me ahogaba. Sin embargo, el sueño de correr sin esa presión se mantuvo intacto. Cuando empece a entrenar, más de 15 años después, me di cuenta que es algo más que poner un pie adelante del otro y que no era tan extraño que me ahogara y me frustrara tanto.
Decía que correr me desnudó el alma. Yo sé que no tengo grandes aptitudes atléticas, por eso corro con el corazón. Es lo único que tengo. Y es un montón. La fuerza de mi corazón, los motivos por los que vale la pena dejar de pensar y correr, apagar la cabeza y conectarme directamente con mi esencia, están ahí dentro; yo corro para mí.
El tiempo que pasa juega a favor de los pequeños porque vas aprendiendo a escuchar tu
ritmo, tu respiración; correr te acerca, lentamente, en vos mismo, te
muestra que no hay nada que no puedas hacer. En mi caso, mientras corro ya no
pienso, siento. Me siento, me escucho, me encuentro. Por eso siempre voy con
una sonrisa, porque tengo la certeza de que puedo cambiar las cosas que quiera,
transformar la parte de mi vida que no me hace feliz; porque superé mis miedos
para estar ahí, ajustándome las zapatillas y tomando envión para volar. Y no
hay nada en el mundo que supere esa sensación.
A mí, que a duras penas hoy podría
llegar a los 10K, decir que correr es una de las pocas cosas que me devuelve
felicidad infinita me da pudor, pero no hay chance de explicarlo de otro modo.
El camino por delante es enorme, largo, con cuestas, con bajadas, con tramos
más fáciles y de los otros, correr es bastante similar a vivir esta vida en
este mundo. Y yo he elegido vivir volando,
corriendo, sintiendo.