miércoles, 5 de noviembre de 2014

Volar - Volar

"Si lo que te gusta es gritar, desenchufá el cable del parlante"
Charly García

Tengo miedo, pero siempre tengo miedo. Me muero de vergüenza, y eso si hace mucho no me pasaba. Vengo escribiendo a escondidas y no me animo a subir nada. Es que correr te desnuda el alma, y al parecer con mi alma soy pudorosa.


En estos meses, escribí sobre el miedo tremendo que me daba poner un pie delante del otro, levantar los talones y andar, me daba miedo que el corazón se rompiera, se saliera. Me preocupaban los obstáculos que inventaba mi cabeza. Aprender a poner el cuerpo en superar los obstáculos, lidiar con las frustraciones y aprender a esperar, saber esperar es básicamente mi mejor aprendizaje.


Cuando era chica correr me presentaba una contradicción: quería correr y disfrutar, pero no podía. El Test de Cooper era la tortura semestral que, generalmente, mostraba todas mis limitaciones. Solamente quería que pasen esos doce minutos lo antes posible, pero eran eternos. Me ahogaba. Sin embargo, el sueño de correr sin esa presión se mantuvo intacto. Cuando empece a entrenar, más de 15 años después, me di cuenta que es algo más que poner un pie adelante del otro y que no era tan extraño que me ahogara y me frustrara tanto. 

Decía que correr me desnudó el alma. Yo sé que no tengo grandes aptitudes atléticas, por eso corro con el corazón. Es lo único que tengo. Y es un montón. La fuerza de mi corazón, los motivos por los que vale la pena dejar de pensar y correr, apagar la cabeza y conectarme directamente con mi esencia, están ahí dentro; yo corro para mí.

El tiempo que pasa juega a favor de los pequeños porque vas aprendiendo a escuchar tu ritmo, tu respiración; correr te acerca, lentamente, en vos mismo, te muestra que no hay nada que no puedas hacer. En mi caso, mientras corro ya no pienso, siento. Me siento, me escucho, me encuentro. Por eso siempre voy con una sonrisa, porque tengo la certeza de que puedo cambiar las cosas que quiera, transformar la parte de mi vida que no me hace feliz; porque superé mis miedos para estar ahí, ajustándome las zapatillas y tomando envión para volar. Y no hay nada en el mundo que supere esa sensación.


A mí, que a duras penas hoy podría llegar a los 10K, decir que correr es una de las pocas cosas que me devuelve felicidad infinita me da pudor, pero no hay chance de explicarlo de otro modo. El camino por delante es enorme, largo, con cuestas, con bajadas, con tramos más fáciles y de los otros, correr es bastante similar a vivir esta vida en este mundo. Y yo he elegido vivir volando,  corriendo, sintiendo.

domingo, 25 de mayo de 2014

Quiero correr mi primer carrera en primavera

El camino siempre es metáfora. 
Cuando era más chica el camino que separaba Liniers de Luján. Eran 60 y pico de kilómetros que ponían a prueba eso que militabamos: el amor al otro, el compañerismo, el compromiso, la lealtad. 
Cuando empecé la facultad, el camino era de San Vicente a La Plata. Y era todavía más: era de abrirme paso entre todas las adversidades: la falta de plata, los rebusques para conseguir los apuntes, el esfuerzo de ser la primera universitaria de una familia que la había remado desde sus antepasados. Ahí estaba: con un Guaymallén o con Don Satur en cualquiera de sus formas, leyendo en la biblioteca, intercambiando con compañeros, amasando pizzas para la escuela a donde fui a la secundaria. En tercero me incorporé como docente en la Facultad de Trabajo Social, ahí mismo donde estudiaba. Ese mismo año me mude a La Plata. Y el camino fue a la inversa: La Plata - San Vicente, buscando los afectos. El corazón ya empezaba a repartirse.
Me recibí en tiempo y forma: cinco años de cursada, cinco años y tres meses hasta recibirme. En abril del 2009, casi un mes después de la meta, ya estaba trabajando. 
En 2011 volví a vivir en San Vicente, en mi casa hermosa en el campo, con perros, con estrellas casi todas las noches. Trabajaba en la muni y en La Plata seguía en la facultad. Así que dividía mis tiempos entre el trabajo en la muni, la facu, una especialización que cursaba. San Vicente - La Plata, La Plata - San Vicente.
Siempre fui un caracol, siempre con la mochila llena de cosas: ropa, libros, cartucheras, remedios, lo que busques. Siempre arriba de un colectivo, un tren, porque si no me quedaba lejos el trabajo me quedaban lejos los afectos, y uno siempre recorre las distancias que nos acercan hasta donde dejamos un pedacito de corazón.  
En 2013 empecé a trabajar en Capital, así que: tenía mi casa en San Vicente, trabajaba en Capital y en La Plata. Ha cambiado el lugar de residencia, sin embargo, entre esos tres puntos me mantengo viajando hasta la actualidad. 

Y el camino va a tomar otra significación a partir de hoy. Siempre tuve un sueño: siempre quise correr. Pero correr "en serio". Porque correr corrí siempre. Cuando me enojaba con mis padres, corría. Cuando quería despejar la cabeza, corría. La sensación del viento, la imagen de los pies rebotando en el asfalto, en el pasto, en la arena, el paisaje que cambia, ver que todos los días podes un poquito más. Sin embargo, nunca pude hacerlo sostenidamente. Siempre lo dejé para después, "cuando tuviera más tiempo".
Pero siempre hay un tiempo para todo. Y este es tiempo de transitar el camino hasta ese sueño, enfocarme en sumar kilómetros, aprender a usar un reloj con cardio, a pensar en la hidratación, en elegir el mejor calzado, a pensar en respirar. Respirar: no es poco. 
Hace unas semanas me "inscribí" en un grupo de entrenamiento. Entreno dos veces por semana. Me dijeron que es un camino de ida, que una vez que empezás no podes parar: claro, corres contra vos mismo, contra el muro de tus imposibles. Cada pasito que te pone más cerca de tu objetivo es el más adictivo de los incentivos. Cruzar la meta debe ser algo similar al Nirvana. 
Necesito un objetivo, así que decidí que quiero correr mi primer carrera en primavera. No se cuantos kilómetros, pero cualquiera está bien para empezar, porque como dice Murakami: "El orgullo (o algo parecido) de haber conseguido terminar la carrera es el criterio verdaderamente relevante para los corredores de fondo".